La Caléndula en el huerto urbano


Una de esas flores imprescindibles

¿Conoces esta flor? Se llama Caléndula y pertenece a la familia de las Compuestas, como la Margarita, el Clavel de moro o el Girasol. Se trata de una planta herbácea anual que puede alcanzar los 60cm de altura y que presenta unas llamativas flores de color amarillo o anaranjado.

Caléndula cerrada

Sus flores siguen al sol, como los girasoles. Se abren al amanecer y se cierran al atardecer o cuando va a llover. Por esta razón, tradicionalmente se utilizaban como indicadoras del tiempo.

Su nombre científico es Calendula officinalis. El “nombre de pila” procede de las calendas (término latino con el que se hacía referencia al primer día del mes), ya que en condiciones favorables puede llegar a florecer casi todos los meses del año. Mientras que su “apellido” officinalis hace referencia a especies que tienen algún tipo de uso medicinal. De hecho, es una de esas plantas a la que se le atribuyen infinidad de propiedades beneficiosas para la salud. Pero lo que probablemente no sabías, es que también se utiliza para mantener sanos huertos y jardines.

Y es que la Caléndula, es una de esas flores que tiene que estar en nuestros huertos urbanos, por varias razones:

En primer lugar, sus llamativas flores atraen a multitud de insectos beneficiosos favoreciendo la polinización y el equilibrio tan necesario en los huertos de ciudad.

Por otra parte, su aroma característico ayuda a repeler insectos perjudiciales para nuestras hortalizas como la mosca blanca.

Además, al igual que el Clavel de Moro, sus raíces desprenden sustancias con efecto insecticida contra los nemátodos (esos pequeños parásitos que atacan las raíces de las plantas y que pueden causar daños irreparables).

Caléndula

Por todas estas razones, es muy recomendable plantar Caléndula entre nuestras hortalizas. Aunque es importante destacar que no todas las plantas se llevan bien. Por lo que antes de empezar a cultivar, conviene que os informéis sobre las asociaciones de los cultivos que hayáis elegido. En este caso, la Caléndula se lleva bien con fresas, tomates y judías. Pero sus raíces desprenden sustancias que molestan a algunas plantas como el ajo, la lechuga o el hinojo, por lo que no conviene plantarlas cerca.

Pero son precisamente estas molestas sustancias las que contienen los principios activos que proporcionan a esta especie sus múltiples propiedades beneficiosas para la salud.

Las más destacadas son las relacionadas con la piel. Utilizada correctamente, posee propiedades antiinflamatorias, calmantes, cicatrizantes y antisépticas. Por lo que se utiliza en el tratamiento de problemas de piel como dermatitis o quemaduras y está presente en multitud de cosméticos. Por su acción balsámica, la encontramos en la composición de muchas cremas para bebés.

Seguro que después de leer todo lo anterior, os han entrado unas ganas irrefrenables de cultivar Caléndula. Así que, para facilitaros las cosas, os daré algunos consejos:

Respecto a su calendario de cultivo, hay dos épocas en las que puedes sembrarla: entre marzo y mayo o entre septiembre y octubre. Si te organizas bien y la colocas en un lugar bien soleado, puedes tener flor de Caléndula gran parte del año. Además, es una de esas plantas de las cuales te puedes “olvidar” porque es muy resistente. Prefiere climas templados, aunque se adapta bien al frío (resiste heladas de hasta -3ºC). Puedes cultivarla en prácticamente todo tipo de suelos siempre que tenga un buen drenaje y no es muy exigente respecto al riego.

Como veis, esta flor posee cualidades para todos los gustos. Y además, su cultivo es facilísimo. Así que, si estás pensando añadir una nueva flor a tu vida, la Caléndula sería una buena elección.

5 comentarios en «La Caléndula en el huerto urbano»

    • Cada planta tiene una distancia de plantación concreta. Normalmente te lo indica en los sobres de semillas, aunque también puedes deducirla por intuición. Lo importante es que no se molesten unas a otras. Yo las caléndulas las distanciaría entre sí unos 15cm como mínimo. También puedes aprovechar el espacio entre planta y planta para sembrar otras especies que ocupen otro espacio, por ejemplo: Las lechugas se recomienda separarlas unos 20 cm, pero puedes aprovechar el espacio entre una y otra para sembrar rábanos o zanahorias, que ocupan el espacio subterráneo y no el aéreo.

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